Renuncia al Movimiento Nuevo Perú

Lima, 24 de Octubre de 2019   

Verónika Mendoza. Presidenta del Movimiento Nuevo Perú 

Álvaro Campana. Secretario General del Movimiento Nuevo Perú


Compañera y compañero:

La presente carta tiene por fin comunicarles mi renuncia a Movimiento Nuevo Perú. Es este un paso difícil, adoptado luego de sopesar personal y colectivamente las consecuencias que en nuestro proyecto político y en el campo popular tendrá la decisión recientemente adoptada por el Consejo Nacional. 

En la semana última, junto con un grupo importante de compañeros y compañeras del Movimiento comuniqué a ustedes las objeciones de fondo y forma a la posibilidad de participar en las elecciones 2020 a través de una alianza que incluyera a los partidos Perú Libre y Juntos por el Perú. Confirmada por ustedes esta opción, no creo necesario ya reiterar estos argumentos. Sin embargo, sí me veo en la necesidad de invitarlos a reflexionar sobre los aspectos más problemáticos de su decisión, y más específicamente, acerca del modo en que la han procesado de cara a la militancia y a la ciudadanía.

Una de las principales fortalezas de Nuevo Perú fue, desde su origen, la capacidad de procesar decisiones internas sin caer en juegos de suma cero y competencias de mayorías y minorías, como es usual en la política partidaria. Nuestra apuesta siempre fue ir más allá de lo procedimental, para enfocarnos en los contenidos y horizontes.

Otro valor de Nuevo Perú había sido hasta hoy la capacidad de sortear los clásicos peligros de la política electoral, que imponen ansiedad y cálculo inmediato donde debe primar el pensamiento crítico y el diálogo horizontal para lograr soluciones creativas. 

Fue esa capacidad la que nos permitió salir airosos de difíciles coyunturas y seguir apostando por prácticas infrecuentes en la política nacional y en la izquierda partidaria, como las elecciones ciudadanas abiertas o la posibilidad de constituirnos en una militancia diversa, basada no solo en jurisdicciones, edades y funciones, sino en la potencia de las identidades LGBTI, feminista, indígena, ambientalista.

Todo ello nos dio buenos resultados, tanto en lo electoral como en lo organizativo, y más allá de ello, se reflejó en el lugar que nuestro pueblo nos dio a su lado en estos duros años, en los que peleamos minuto a minuto contra las fuerzas de la corrupción, la impunidad y el más rancio conservadurismo presente en prácticamente todas las esferas de la vida social y en todas las clases sociales.

Frente a la coyuntura abierta tras la disolución del Congreso y con la convocatoria a las elecciones parlamentarias, correspondía afirmarnos en estos aprendizajes y volver a apostar por lo distinto. Sin embargo, las recientes decisiones y el modo en que se han presentado a la ciudadanía y a la militancia, han puesto en cuestión todos estos valores y han restado, creo yo de modo irremediable, la potencia de un movimiento que apareció en la política peruana como una corriente joven, fresca, popular, de actores nuevos y afirmativa de la autonomía de las mujeres, del protagonismo de la comunidad LGBTI y de los derechos de las y los trabajadores.

Cada vez que un vocero ha presentado la táctica recientemente elegida como sólo un asunto de mayorías y minorías, nos remite a una democracia de la apariencia y sugiere que la organización ha puesto entre paréntesis el valor de su militancia diversa, sin ninguna explicación argumentada de por medio. Cada vez que un vocero ha insistido en que es irrenunciable la participación en los comicios 2020, ha dejado entrever una concepción de la política restringida al campo parlamentario, olvidando que la fuerza y razón de ser de nuestro proyecto político no está única ni principalmente en la representación institucional.

A estas consideraciones se podrán contraponer frases hechas sobre realpolitik y sobre la responsabilidad de disputar poder. También he meditado sobre ello y tengo como respaldo haber entregado al partido tres años dedicados a la labor parlamentaria, siempre en el entendido de que este no es el único espacio en el que tenemos la responsabilidad de organizar a nuestro pueblo y dar la pelea contra la impunidad y la corrupción. Mi rol como parlamentaria y vocera de nuestra bancada en la lucha por el cierre del Congreso da cuenta de ello.

La izquierda, lo sabemos, no está hecha de personas perfectas, sino de seres humanos en constante contradicción entre el mundo de solidaridad y justicia que aspiramos construir y uno existente, en el que reina la indolencia, la desigualdad y la jerarquización de vidas. Si bien este es un camino que transitamos todes y en el que tropezamos todes, sabemos que quienes lideran los procesos son los responsables de conducir los asuntos colectivos en un sentido que afirme los principios de la organización, no en un sentido en el que los desgaste o los hipoteque a terceros.

Con la convicción de continuar en la lucha por esa causa superior a nuestras vidas que es la búsqueda de una sociedad con justicia que repare a los oprimidos.

Indira Huilca Flores